jueves, 11 de marzo de 2010

Creo en mis caminos; en esos que duelen pero que rinden frutos.
Creo en el sendero de la verdad, en el sendero difícil.
Creo en mi alma, en esa porción agazapada de mí.
Creo en mis palabras, en mis frases, en mis abrazos y en mis miradas.


Creo en quien soy y, por lo tanto, en quien a pesar de las derrotas
no tengo intenciones de dejar de ser.
Creo en mi sueño, en el magnífico sueño que seguiré
construyendo hasta que no me queden más fuerzas para creer.


Creo en el destino, en mi historia, en mis pasos y en mi experiencia.
Creo en mis ganas de dar y creo en un mundo maravilloso que espera recibir mi gota de cariño.
Creo en la amistad, en las sonrisas y en los secretos.


Creo en mi esfuerzo por crecer, en mis ganas de crecer.
Creo en un futuro de recompensa para quienes afrontan
el desafío de ser fieles a sí mismos.
Creo sobre todo en mí cuando caigo, cuando no tengo fuerzas,
cuando el viento sopla y mis velas ceden,
sigo creyendo en aguantar y en volver con todas mis fuerzas
para seguir y seguir creyendo y seguir andando, y seguir viviendo.


Creo en el amor y en ese modo indescriptible de estar parado ante la vida.
Creo en la vida, creo en mí pero más que todo,
CREO EN DIOS, dador de la vida,
que es quien me permite CREER EN MI.

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