Dejar el agua correr, hace que las cosas sigan su curso, que cada uno aprenda a llevar la vida como mejor le parece, como mejor le sale. A veces, nos equivocamos, decimos o hacemos cosas sin pensar; tarde, nos damos cuenta del mal que hacemos, del dolor que causamos. No se puede regresar, no se puede borrar.
Esta vida se la esta llevando el viento, las hojas en blanco las escribimos demasiado rápido y nos olvidamos que no hay borrador; los años siguen pasando y nos miramos al espejo esperando encontrar siempre el mismo rostro, pero no. Ese rostro cambia, se llena de experiencia, se van tiznando los cabellos con cenizas.. y esos ojos a veces nos devuelven una mirada pálida en la que encontramos vacio.
Todo es trabajo, todo es rápido, hasta el amor nos dura poco, se desvanece como arena entre los dedos.
Dejar el agua correr, me hace ver, que me equivoco. Me hace reflexionar que todos debemos aprender; y yo soy la primera.
Aquí, me corrí y dejé que las cosas tomen su curso, sin interferir, sin opinar; sí, vienen a mí, tarde o temprano, pero los impulso a que tomen sus propias decisiones. Porque yo lo hice, porque grité por dentro, porque lloré hacia afuera, porque hablé sin ser oída hasta que me encontré a mí misma.
No puedo regresar como en un post y eliminarlo; no puedo borrar lo que hice, lo que dije, pero puedo pensar ya, antes de hablar, antes de gritar, antes de enojarme, antes de irme, antes de llorar.
Sólo, silencio, a veces es la mejor respuesta.
Ya dice un refrán, es preferible guardar silencio y parecer un tonto antes que hablar y confirmarlo.
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